Hoy os traemos un pequeño escrito de un buen amigo de los Pulpofritos al que le apetecía aporrear las teclas en su ordenador para vosotros y hablar de los inicios de la leyenda Ridge Racer, mucho antes de que Kaz Hirai lo convirtiera en un nombre de chiste con el anuncio de PS3 y su correspondiente RR.
Sin más, os dejo con el artículo de @sitoturbo.
La evolución generacional a los 32 bits, traía a los jugadores nuevas experiencias en entornos tridimensionales plagados de polígonos.
La gran relación entre Sony y Namco, hizo posible una conversión fantástica del mítico arcade Ridge racer. El que fuera el primer juego oficial de PlayStation, empujaba con fuerza a la máquina de Sony al prestigio que necesitaba en sus inicios.
La experiencia de encontrarse ante el juego por primera vez, no deja indiferente a nadie. Gráficos muy coloristas y miles de polígonos a nuestro alrededor, que dotan al juego de una sensación de velocidad nunca vistas hasta ahora en un sistema doméstico
La música además acompañaba a la perfección el ritmo de juego. Temas muy rápidos, que capturan la esencia del tecno que triunfaba a mediados de los 90, hacían subir la adrenalina del jugador e introducir ese punto de tensión y nerviosismo.
Uno de los puntos que sorprendían a la hora de jugar era la inexistencia de cargas. El juego cargaba desde un principio en la Ram y sólo leia las pistas de Audio CD que eran independientes. Esto permitía al jugador introducir cualquier CD musical y que fuese reproducido durante el juego en las diferentes pistas que permitía.
Al inicio, disponíamos de cuatro vehículos con distintas características de agarre y movilidad, pudiendo desbloquear ocho coches más al principio del juego, si conseguiamos superar el reto “Galaxian”.
La variedad de circuitos no era su gran baza. Al principal, se añadía una variante del mismo y los modos espejo. El reto era quedar siempre en primera posición, algo que podíamos superar conociendo cada rincón del circuito. Sin embargo la carrera contra el “diablo 13”, el coche negro que esperaba nuestro adelantamiento para comenzar la carrera, suponía un reto importante y hacía que ser conocedor del circuito, y controlar el derrape fueran estrictamente necesarios. Eso sí, una vez vencido al diablo dispondremos del bólido que bate todos los records del circuito.
Después de que Namco cosechara éxitos con posteriores entregas, en Ridge Racer 4 acompañaba un disco extra. En él se incluía a parte del primer Ridge racer, lo que sería su versión Turbo. En él podíamos jugar a 60 fps y mejoras gráficas que llegaban a mejorar mucho su aspecto. Y es que el primer juego se programó en equipos de desarrollo muy primitivos y no se pudo sacar todo el jugo que la máquina de Sony era capaz de darnos.
Un juego muy meritorio, siendo de la primera hornada y que a día de hoy sigue dejando muchos momentos de diversión.
Un Arcade en estado puro, digno de ser rescatado y que no dejará indiferente a nadie.